miércoles, 30 de septiembre de 2015

¡Come, por favor!


La teoría es bien fácil pero la realidad puede sacar lo peor que hay en ti y, eso puede generar el cataclismo. ¿Qué padres no han estado al borde de generar la tercera guerra mundial con las tonterías de su hijo frente a un plato de comida? ¿Y qué me dices cuando encima te sueltan las típicas perlitas?:

  • No quiere comer, no te enfades, ya comerá más tarde.
  • Bah, no te preocupes, eso es una fase por la que pasan todos los niños.
  • Si no come ya cenará.
¿No me dirás que no te han dicho alguna o las tres cuando comentas lo mal comedor que es tu hijo? Yo, estoy segura que me olvido de alguna frase más pero esas son las tres más repetidas en los últimos tres años.


Sí, lo sé, el piojo tiene cinco años pero en los últimos tres es cuando de pronto ha comenzado a poner pegas a todo. La última ha sido hoy mismo cuando pretendía que le limpiara los dinosaurios (pasta con forma de dinosaurio) para que no tuviera salsa. ¿De verdad, pensaba que yo iba a ceder a sus caprichos? 

No, caprichitos los justos. Si yo no puedo darme el capricho de tener unos Manolos en mi armario, él tendrá que comerse la pasta con tomate, ¡faltaría más! A ver tengo más paciencia que Penélope esperando por Ulises, eso lo sabía y ahora lo corroboro. Ah, también corroboro que tengo más paciencia que madres a las que doblo la edad, porque señores eso que si eres madre tardía (yo no considero ser madre tardía, he sido madre cuando me apeteció)permites más caprichos, no tienes el mismo aguante ni paciencia es falso. La paciencia no es cuestión de años sino de genética, y el piojo se ha salvado que a mí me viene una alta carga de paciencia en mis genes.

Si no fuera por la paciencia ya me hubiese dado un colapso y uno de los dos hubiese salido volando por la ventana. Y sí, lo sé en parte es que me acostumbré al niño buen comedor, al que probaba de todo sin plantearse : colores, sabores, texturas...y de pronto comenzaron los problemas con las penas por los animales, siguieron sus excusas con no querer comer algo por una supuesta alergia inexistente.

Sí, señores, cuando no quiere comer te suelta aquello de : ¡soy alérgico! Y tan a gusto que se queda, y mientras tanto yo me muerdo porque siempre me he caracterizado por el diálogo y la no violencia pero ¿podré seguir siendo un casco azul en misión de paz o terminaré convirtiéndome en su peor enemigo?

¿De verdad he de creer que esto es una fase y que de pronto un día comeremos en paz y armonía? Y no pretendo que coma de todo, porque yo no lo hago, más de uno diría que soy muy tiquis miquis con la comida, de hecho, lo dicen,  pero que no intente tomarnos el pelo, decir que algo no le gusta o jugar con la comida. Grrr...¡con lo fácil que era jugar con las Nenucos! ¡Ellas se tomaban todo el biberón sin poner pegas ni pataletas! Claro que el piojo con eso nunca puso problemas...

Yo, por el momento, sigo con mis reglas: no comes ya cenaras. Ahora mismo, yo me desahogo con mi grito silencioso en las teclas mientras él sigue con el plato de dinosaurios y, he de decir que les he quitado el tomate para que no se vaya a la cama sin cenar, y lo escucho decir: 

¿Ya han acabado los cinco minutos que me ha dado mamá para acabar la cena?

Respira Elva, respira...


Besitos avainillados


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