Y
ahí estaba yo frente a una pantalla de ordenador intentando hablar con tu
amigo, pero a ti se te ocurrió la brillante idea de aprovechar que estaban (sí,
“estaban” por mucho que te hayas empeñado en hacerme usar el “vosotros”, yo sigo
fiel a mis raíces y sí, ahora mismo te estoy enseñando la lengua, je je je)
todos en tu casa para hacer presentaciones oficiales. Y ahí sentada frente al
ordenador leía una cadena de locura tras otra pero ver… lo que se dice ver…
veía a Alonso corriendo y ganando
carreras, ja ja ja, porque por entonces ganaba carreras, ja ja ja… Y así fue
nuestro primer contacto, por cierto, no nos vimos, ja ja ja.
Pasaron
los meses, varias visitas a Valencia y llegó el mes de enero, tú recién
regresabas a casa de Afganistán y yo me venía con toda mi vida metida en un par
de maletas. Tu amigo, ese que estuvo en manos del psiquiatra durante mucho
tiempo, je je je, tú me entiendes, trabajaba y te mandó a ti y a otros dos “pañoleteros” (no voy a decir “tontos con pañoletas” para no volver a
perder puntos, ¡me cachis, ya lo he dicho!) a recogerme al aeropuerto.
¡Hala,
bienvenida por todo lo alto! Con anécdotas para dar y regalar, ya me encargaré
de contársela yo a mis nietos, a los tuyos…, y al que quiera oírla porque es de
peli de risa, ja ja ja ja, no podía ser de otra manera estando tú por medio.
Y
así, de pronto te colaste en mi vida haciendo pensar que igual yo había
adquirido un lote, un dos por uno de los del Carrefour. ¡Carrefour!
Sí, sí, has leído bien queridísimo adoptivo, Carrefour, ¿te suena ese centro comercial por el que hacías
carreras de carros mientras tenías la poca vergüenza de decirme: “yo puedo, mi
carnet indica que puedo conducir carros, eso sí de combate”? ¿Cómo no
recordarte con una sonrisa en los labios?
Y
así entre carreras en el Carrefour,
confusiones de los que no puedan ver a un hombre y a una mujer juntos sin
pensar que solo son amigos te convertiste en mi “adoptivo”. ¡Si tuviste la caradura de decirle a mi
abuela por teléfono que eras el otro!
¡Diez
años da para mucho pero saben a poco! Sí, a bien poco, porque sí hemos reído,
llorado, porque sí en el último año me mostraste a un Carlos diferente, me
demostraste que “los chicos sí lloran” y también que el amor duele pero no mata.
Me enseñaste que eras mucho más que risas y fiestas, aunque eso ya lo sabía
porque ya sabes que hasta el duro más duro lleva a un “blandito” dentro, mira Clint Eastwood y sus Puentes de Madison, ja ja ja.
“Adoptivo”,
te prometí convertirte en personaje de una de esas historias que tú leías, sorprendiéndome
gratamente por hacerme tener un lector de género masculino. Te juro que si me
ha hecho ilusión saber que alguien me leía, ha sido que fueras tú, y encima que
me dijeras que a pesar de “escribir para mujeres se podía leer, que no era ñoño
ni empalagoso” ja ja ja. Yo solo te digo que mis promesas siempre las cumplo y,
si bien tu princesa Crucilda seguirá
protagonizando aventuras junto al caballero
Ericuldo, tú tendrás ese personaje y sí pondré aquello de “cualquier parecido con la realidad es mera
coincidencia”.
Y
así sin más esta “Roja, republicana y
atea” te dice un hasta siempre y brindaré a tu salud cuando me den El Planeta.
Muaaaaaaaackis Adoptivo
La filóloga
P.D.:
También prometo que en algún momento compraré esa navaja de importación para
volver a ganar los puntos perdidos.
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