Cuando olía a vainilla nació con la intención de contar mis aventuras y desventuras como mami primeriza pero ,a estas alturas del partido, no puedo negar que cuenta las aventuras del Comando Piojo.Mi comando favorito, el que me crea dolores de cabeza y me ha robado el corazón...
La semana pasada en una de las múltiples charlas mantenidas con el piojo me dijo:
Mamá, quiero ser Peter Pan, cuando cumpla 8 años siempre cumpliré la misma edad y volaré a Nunca Jamás.
yo me reí y le pregunté si ya no quería ser pirata o científico, que era lo último que nos había dicho, he de decir que ya me lo imaginaba a lo TheBig Bang Theory, ja ja ja ja. El piojo me dijo que no, que había decido ser Peter Pan. Yo le comenté:
Eso es muy triste, siempre tendrás la misma edad y no podrás vernos nunca más porque vivirás en Nunca Jamás
Obvio, el piojo tenía respuesta:
No, mamá, vendré por las noches y entraré por las ventanas. Tú y papá no podréis verme porque sois adultos, pero yo a vosotros sí.
Me quedé callada, ¿para qué seguir debatiendo sobre Peter Pan? Además, una comitiva de hormigas apareció en nuestro camino llamando su atención.
¿Por qué cuento esto?
Simple, tras este fin de semana en el que el caos, la tristeza, el llanto, el odio y, un interminable reguero de sentimientos ha bañado el mundo occidental, me ha venido la conversación a la mente, planteándome: ¿Y si ser Peter Pan es la mejor de las opciones?
Sí, porque como adultos somos un desastre. En pleno siglo XXI seguimos autodestruyéndonos en nombre de dioses, que de ser cierta su existencia deben estar la mar de contentos (nótese la ironía), y seguimos jugando a la ley del ojo por ojo.
¿De verdad no podemos vivir en PAZ? ¿No se supone que pertenecemos al llamado mundo civilizado? Sí, porque este fin de semana me he cansado de escuchar que esto era una lucha de los bárbaros contra el mundo civilizado, que no había que vivir con miedo... ¿Acaso no han estado fomentando el miedo poniendo una y otra vez las mismas imágenes?
Y no digo que uno deba permitir ser avasallado pero ¿era esta la mejor de las opciones?¿Y ahora qué? ¿De verdad creemos que la supuesta "sin razón" se quede de brazos cruzados?
Lo dudo, cuando en las mismas redes sociales se libra una batalla entre los que se ponen en la piel de los parisinos, que no digo yo que no empaticen con ellos, frente a los que claman que muchos son los pueblos que conviven diariamente con el terrorismo, el bombardeo...llegando a ser parte de su día a día...
Sí, visto lo visto, casi es mejor ser Peter Pan...
Recuerdo que a los 20 años cuando escuchaba hablar de la de los 30 lo veía como algo lejano, como una etapa por la que todos hemos de pasar, de la misma manera que pasamos la temible adolescencia.
Sin embargo, cuando entré en los 30 ... no encontré ningún cambio. No había nada diferente en mi vida, salvo que a los 20 yo me sentaba al lado contrario de la mesa en el aula.
Así que supuse que de la misma manera que no había hecho pasar a mis padres por una odiosa adolescencia, al menos que yo recuerde (igual mis padres leen esto y se mueren de la risa, ja ja ja ja...no, lo dudo), los 30 no iban a crearme ningún estado de ansiedad.
Y un año más llega el 31 de octubre, un año más vuelvo a asombrarme viendo los escaparates tomados por calabazas, esqueletos, brujas, momias...Sí, es cierto, vivimos en una sociedad globalizada, en la que te enteras antes de lo que ocurre en la otra parte del mundo que del embarazo de la vecina de al lado.
Sin embargo, esa misma sociedad globalizada es la que se asusta con las tradiciones, modos y costumbres de la cultura del inmigrante del cole de nuestro peque. Sí, seamos sinceros, por un lado gritamos:
Sí, vienen a nuestro país que se adapten a nuestras costumbres,
Si hace unos años alguien me hubiese preguntado cuál era mi sueño, sin pensarlo dos veces hubiese contestado:
¡Un armario!
Sí, un ordenadísimo armario surtido de innumerables vestidos, faldas, pantalones, chaquetas...y , una zona especial para mis dos pasiones: los zapatos y los bolsos. Sí, consciente de parecer materialista, consumista, frívola y todos aquello que se les pueda pasar por la cabeza; curiosamente contradiciendo mis ideales de izquierdas, esa hubiese sido sin duda alguna mi respuesta.
Hoy, sigo soñando con un armario pero, ya no lo veo lleno de trapitos, Manolos, Jimmy Choo o unos suelas rojas de Louboutin... No, mi ideal de armario ha variado, dándome igual su contenido; ahora solo me interesa que tenga una puerta interior.
¡Sí! Ahora no sueño con un ropero con fondo de armario, sino con un armario de doble fondo. Un doble fondo mágico, al que llegar atravesando esa puerta de escape, esa puerta que va directa a otro mundo, a otro lugar, a otro tiempo...
Sí, sueño con mi propio armario de Narnia, pero mi Narnia particular nada tiene que ver con la del libro. No hay brujas, salvo yo, no hay leones, elfos, duendes ni ningún ser mágico. No, para mundos mágicos ya tengo los creados por mi piojo.
No, esa puerta da un salto a un tiempo anterior. No hace falta dar mucha vuelta al reloj, con llegar a principios de siglo tengo suficiente.
Uff... ¡qué mal suena lo de principios de siglo!
Un tiempo en el que mi único problema era qué ropa ponerme, un tiempo en el que escuchaba los problemas de los demás para darme cuenta de lo feliz que era... y no, no se lleven a error. No quiero decir con esto que no sea feliz. Nada más lejos de mi intención pero a veces solo a veces, me gustaría abrir la puerta del armario colarme en él mientras en casa resuenan los múltiples:
¡Mamiiiiiiis!
abrir esa puerta mágica y vivir un par de días tranquilamente.
Un par de días que solo fueran minutos para los de este lado. Luego volvería con más fuerzas...con las pilas recargadas, volviendo a retomar mi vida en el mismo punto, con los mismos ¡Mamiiiiiiiis! tatuándose a fuego lento en mi cerebro. Eso sí, sabiendo que en cualquier momento, cuando me vea a punto de explotar, puedo adentrarme en ese armario y, volver a ese otro mundo en el que escuchaba ¡Mamiiiiiiii! y no me giraba en la calle.
¡Ojo! No sería egoísta, compartiría armario con papi piojo y con todo aquel que necesite ese pequeño momento de desconexión... ¿Y ahora quieres un armario?
No, ni estoy soltera, ni divorciada ni nada que implique estar sin pareja, pero este verano experimenté la sensación de ser madre soltera durante 20 días y, ahora mismo, mientras escribo este post vuelvo a estar en pleno proceso de locura.
En muchas ocasiones he comentado que una de las cosas buenas de no estar trabajando fuera de casa, siempre hemos de encontrar el lado bueno de las cosas, es el haber podido disfrutar de momentos con mi piojo que de otro modo hubiese sido imposible. Hoy ha sido uno de esos momentos, hoy teníamos taller en el cole: la mocadorà (pañuelada).
¿Cuántas veces al día podemos escuchar el grito de: ¡Mamiiiiiiiiiiii! ? Yo me atrevería decir, como diría mi piojo, cuatrocientas mil veces o ¡más! A veces creo que si me hubiesen dado un céntimo por cada ¡mamiii¡, por cada ¡mamá! Tendría más pasta que cualquiera de los paraísos fiscales, je je je...Cualquier madre me entenderá, y sabe que no ando desencaminada en lo que digo, sobre todo si su peque es como el piojo que no se conforma con llamarme una vez, aunque yo le responda a la primera. No, el tiene que llamarme: dos, tres, cuatro...cuatrocientas mil veces en el mismo momento para decirme: ¡ALGO IMPORTANTE! ¡SIEMPRE ES ALGO IMPORTANTE! según él, aunque sea para preguntarme cuando se extinguieron los dinosaurios...
Sin duda alguna, uno de los mejores recursos con los que contamos los padres al llegar el fin de semana es ir al parque. Y si en vez de ir al parque de al lado de casa, nos vamos a pasar el día a uno de los mejores parques infantiles que tenemos en Valencia, mejor que mejor.
El parque Gulliver
Es uno de los lugares favoritos de mi piojo. ¿Qué niño no disfruta deslizándose por el tobogán? Si hay un juego solicitado en los parques infantiles, a veces yo he llegado a pensar que casi tendrían que ponerles numerito para hacer cola, je je je je, ¿no me dirán que no han visto verdaderos atascos en los toboganes? Y ya mejor no hablamos de cuando se tropiezan unos contra otros porque muchos, la mayoría, intenta subir por el tobogán en sí en vez de la escalera.
Siendo el tobogán uno de nuestros juegos favoritos de peques, ¿cómo no va a ser un lugar mágico para la diversión el parque Gulliver? Toboganes, toboganes y más toboganes por los que deslizarte sintiéndote como un auténtico liliputiense trepando y dejándote caer por la cabeza de Gulliver, trepando por su cuello, caminando por sus brazos, adentrándote en sus zapatos...
Si le añades que los papis podemos disfrutar junto a nuestros peques, deslizándonos con ellos, volviendo a disfrutar de un domingo en el parque como cuando éramos pequeños y además le sumamos que ¡¡¡es gratis!!! ¿No me dirán que no es un lugar en el que pasar el fin de semana con los peques de la casa?
Así que el próximo fin de semana ponte un pantalón cómodo, calzado adecuado y deslízate por el gigante que duerme plácidamente en medio del antiguo cauce del río Turia, luego no te lo pienses dos veces y túmbate en la hierba a disfrutar del sol. Sí, en casa lo tenemos claro: el parque Gulliver es uno de nuestros rincones favoritos de Valencia.
El curso pasado escribía un artículo planteándome mis dudas entre la elección de la Jornada Intensiva y la Jornada Partida. En realidad, no tenía dudas, tenía y tengo claro que la mejor de las dos para el rendimiento escolar, lo cual es y debería ser lo más importante a la hora de la elección de una de las dos jornadas, es la intensiva.
Soy de esas personas que pueden plantearse la elección de la jornada desde las tres perspectivas posibles: alumno, educador y madre . Y desde las tres posiciones mi respuesta es la misma, la mejor de las jornadas es la jornada intensiva o continua.
No hace falta ser un erudito, sino, simplemente, ver nuestro propio rendimiento como adultos. ¿Cómo rindes más en el trabajo? ¿Trabajando de corrido, bien sea por la mañana o por la tarde, o haciendo una parada a la hora de la comida? Yo, lo tengo clarísimo, he trabajado en ambas jornadas, y se trabaja muchísimo mejor en la primera opción, entre otras cosas porque te permite vivir más allá de las paredes del centro de trabajo la mitad del día; te permite ser persona además de trabajador.
Lo mismo ocurre con los niños, especialmente, si nos centramos en los más pequeños. Sin ir más lejos, el curso pasado pude participar en unas jornadas de puertas abiertas en el centro escolar del piojo. Unas jornadas en las que asistimos a sus clases mientras ellos trabajaban como si no estuviéramos al otro lado, y puedo asegurar que daba dolor de corazón ver a los más pequeñitos dormidos sobre la mesa. ¿Cómo no se va a dormir una criaturita de 3 años a las 3 de la tarde?
Sí, los que abogan a favor de la Jornada Partida, dicen que son muchas horas seguidas para los niños, pero digo yo que para eso los profesionales sabrían colocar las asignaturas de las mejor forma y con los descansos adecuados entre ellas. Sin olvidarnos de los padres que no saben qué hacer con sus hijos en el caso de salir a medio día, pero ¿han de pagar nuestros hijos las culpas de nuestra imposibilidad de conciliación familiar-laboral?
No, es injusto, ellos no tienen la culpa.
Y está claro que no todos podemos contar con abuelos que nos cuiden de los peques mientras trabajamos, yo sin ir más lejos no tengo a nadie con quien dejar al piojo, y desde el momento en que decidimos ser padres tenía claro que no me quedaría más remedio tener a alguien con quien dejarlo en caso de necesidad (alguna canguro), y que el piojo se quedaría en extra escolares.
Justo lo que debemos tener son buenas actividades extra escolares, no solo encaminadas al estudio, sino al deporte, la música, el teatro...que el peque pueda elegir algo que le motive y ayude a desconectar.
Yo, cada día lo tengo más claro, espero que no tarden en implantar la Jornada Intensiva en Valencia, por el bien del piojo, tendrá horas suficientes para estudiar y divertirse, y porque dar ocho paseos diarios de kilómetro...bueno, vale, me ahorro el gimnasio.
La teoría es bien fácil pero la realidad puede sacar lo peor que hay en ti y, eso puede generar el cataclismo. ¿Qué padres no han estado al borde de generar la tercera guerra mundial con las tonterías de su hijo frente a un plato de comida? ¿Y qué me dices cuando encima te sueltan las típicas perlitas?:
No quiere comer, no te enfades, ya comerá más tarde.
Bah, no te preocupes, eso es una fase por la que pasan todos los niños.
Si no come ya cenará.
¿No me dirás que no te han dicho alguna o las tres cuando comentas lo mal comedor que es tu hijo? Yo, estoy segura que me olvido de alguna frase más pero esas son las tres más repetidas en los últimos tres años.
Sí,
lo sé, no vas a leer estas letras, a no ser que ahora mismo andes pululando a
mi alrededor leyendo sobre mi hombro. Te advierto que no soporto que hagan eso
pero vale te lo perdonaré, aunque para la próxima te esperas a que yo haya
terminado de escribir y revisar antes de colocarte las gafas. Ah, no, ya
olvidaba que desde la operación de la vista no necesitabas gafas. ¡Una suerte teniendo en cuenta lo presumido
que siempre has sido! Uhmm…ahora que lo pienso el gen de presumida me viene de
tu parte, ja ja ja ja, eso ya lo sabía aunque tú te miraras al espejo más que
yo, ¿o me lo vas a negar a estas alturas del partido?
Abuelorro,
ayer paseando con Gabo intentando pensar en otra cosa que no fuera que no iba a
volver a verte, mi infancia pasó en imágenes por mi mente. ― Menos mal que Gabo conoce el camino porque dudo mucho
que yo supiera por donde iba…―. Lo cierto es que me di cuenta que mi infancia
no tiene nada que envidiarle a la de Eva, ―te cuento Eva es la prota de Menta y Chocolate, y ella tendría unos
súper abuelos pero no eran mejores que los míos. ―. Sí, he sido afortunada
porque no puedo poner ni una pega a ningunos de ellos.
Bueno,
a mi abuelo paterno la única crucecita que le pongo es el haberse ido cuando
era demasiado pequeña pero, aun cuando todo el mundo dice que era un
cascarrabias y lo pueda imaginar lanzando improperios en gallego todo el santo
día, ja ja ja ja. Yo lo recuerdo como el abuelo que nos llevaba a mi primo y a
mí al parque para que nos divirtiésemos en los columpios y luego nos compraba
algún caprichito. Y oye siempre sabía lo que quería y eso que yo no abría la
boca.
Cierto
que alguien le decía:
la peca quiere eso
¡para
algo sirve tener un primo mayor! Para que lea en tus ojos lo que quieres sin
necesidad de vocalizar ni una sola palabra.
¿Y
qué decir de su otra mitad? Probablemente, la abuela con más paciencia de este
mundo. La abuela con más pinta de abuela que pueda imaginarme, siempre oliendo
a lavanda y contando historias de su tierra. Juro que a veces creo que yo misma
le di de comer pan mojado en vino a Morito, el caballo del que tanto escuché
hablar.
¿Y
qué te voy a decir de esa a la que un día en un baile le dijiste aquello de:
vas a ser la madre de
mis hijos?
Nada,
no te puedo decir nada. Junto a su recuerdo me viene el olor de las magdalenas
que nos llevaba a la salida del cole, del queque (bizcocho) de canela y, por
supuesto, del arroz con leche. Uhmm…¡¡¡lo
que daría yo por un arroz con leche de abuelorra!!! ¿Sabes que no he vuelto
a comer uno en los últimos cinco años? Miento, una vez lo intenté pero fue
misión imposible. Igual un día de estos lo vuelvo a hacer aunque no será igual…porque
claro, como tú dirías:
El arroz con leche está
bueno porque yo lo he removido
Si
es que ahora que lo pienso tengo más genes tuyos de los que pudiera imaginar,
porque como diría abuelorra:
siempre tienes la
respuesta en la punta de la lengua como tu jodido abuelo
Sabes
casi la estoy viendo diciéndome la frase, ja ja ja, con el delantal puesto y
sirviendo cafés a diestro y siniestro. Ella y su manía de tenernos a todos
comiendo, ¿no me dirás que no tengo razón?
Abuelorro,
¿y de ti? ¿Qué quieres que te diga de ti? No tengo un solo recuerdo de mi
infancia en el que no aparezcas. Ayer volvía a verme en el mini, de pie entre
los dos asientos delanteros,
¡cómo ha
cambiado la cosa, eh! Se te ocurre llevar a un niño así ahora y se te cae el
pelo, ja ja ja…
pero
yo me veo ahí con mi vestidito, mis pulseras y mi pelo suelto cantando contigo
nuestra canción. ¿Te acuerdas? Seguro que sí, porque luego siempre te la
cantaba. La de los Panchos, aquella de “recuerdo aquella vez que yo te conocí…”.
¿Cuántas veces pude haberte cantado esa canción? ¡A saber!
Tantas como veces escuchamos aquel:
Navidades vienen…navidades van...llega
nochebuena que felicidad…
Y es que en Majadilla 15 la música siempre sonaba, siempre había risas y
carreras de niños subiendo y bajando las escaleras, mientras Epi corría detrás
nuestra o avisaba que alguno de los pequeños lloraba, al tiempo que se
escuchaba el movimiento de las fichas del dominó en el patio.
Abuelorro, te echaremos de menos pero
cuando cada verano el sol me dé en la cara y entre las pecas de la nariz me
salga tu marca, esa casi invisible línea que nos has regalado a todos tus
nietos, sonreiré frente al espejo.
Gracias abuelorro porque si un día no
le hubieses dicho a abuelorra que sería la madre de tus hijos, hoy yo no
estaría aquí. Ah, y si por un casual es cierto que estás flotando a mi
alrededor y una mañana me quedo dormida: ni se te ocurra cantar lo del quinto levanta quítate la manta como nos
hacías de peques, casi prefiero que me despiertes con un beso.
Abuelorro porque fuiste, eres y serás: EL MEJOR.
TE QUIERO
P.D.: Abuelorro, por si no lo sabes, ayer quedamos 2-1 contra el Barça, porque digo yo que ayer le ibas al Pío Pío. Ah, Messi lesionado...
Hoy tenía pensado realizar el segundo artículo de la sección iniciada el lunes pasado: Cosas que hacer con los peques en Valencia, sin embargo, si la vida te da sorpresas y nunca sabes qué pasará en el siguiente capítulo de ella, cuando tienes un hijo ya tu vida es imprevisible del todo. Tú puedes hacer todos los planes del mundo y venirse abajo en un pis pas por un sin fin de cosas. ¿Cuántas veces antes de salir de casa no has tenido que dar media vuelta porque se ha vomitado, hecho caquitas a última hora, un llanto que no entiendes...se ha puesto malo de pronto? Eso cuando son bebés pero ¿qué ocurre cuando son más mayorcitos? Por ejemplo, como mi piojo cuando tienen unos 5 años. Al ponerse malos se suma el comportarse como... Sí, lo sé hablamos de un peque de 5 años, que hace trastadas de 5 años pero ¿debemos dejar hacer lo que quieran?
tú te echas a temblar, una mascota no es como pedir el juguete de moda. Una mascota va desde un pez dando vueltas en una pecera, un hámster corriendo en su rueda dentro de su jaula, un gato y, por supuesto, el rey : un perro. Claro, ejem...ejem..., luego están los niños exóticos que piden serpientes, iguanas...
Todos los años se abre el mismo debate en la calle, en la puerta del cole y, como no, en el patio de vecinos que se ha creado en torno a las redes sociales. El debate en cuestión es: ¿deben traer deberes del cole los peques?
La mayoría de las veces cuando llega el fin de semana, un día de fiesta o un periodo de vacaciones los padres nos volvemos locos pensando qué hacer con los peques en esos días de ocio. Y sobre todo nos preguntamos: ¿qué podemos hacer sin gastar mucho dinero?
En el cine, por mucho que nos guste, nos podemos dejar un riñón en él: entradas y palomitas, porque...¿qué niño no va a querer comer palomitas en el cine? Así que el cine no es una opción para cada fin de semana, menos aún si tienes más de un pequeñajo en casa...
Al piojo le gusta ir al cine, ¡faltaría más! pero hay cosas que le molan más. Su plan favorito para un fin de semana perfecto incluye: paseo por el río (Jardines del Turia), picnic en Viveros, dar de comer a los patos (creo que Peppa Pig tiene gran culpa de esto, je je je) y rematar el día con una visita al Museo de Ciencias Naturales.
Este año ya hemos estado unas cuatro veces, a él le encanta y rematar un domingo con una visita, en la que el piojopasee entre dinosaurios, vea restos arqueológicos y se quede obnubilado con vídeos sobre la creación del universo a mí me parece una opción fantástica. Diversión, aprendizaje, día en familia y sin casi coste monetario (los domingos y festivos la entrada es gratuita, el resto de los días los adultos pagamos 2€).
A mí me parece un plan estupendo, el río es sin duda uno de los parques más bonitos que tenemos en Valencia, es más me atrevería a decir de España, donde puedes ir en bici, jugar al fútbol, al rugby... llevar a tu perro a las zonas dedicadas para ellos o, simplemente tumbarte en la hierba con un buen libro (si es de una escritora a la que conozco de cerca mejor, ja ja ja ja). Si duda alguna, es una opción de lo más recomendable si estás en Valencia.
Cierto el verano es el momento del año en el que todos, ejem...ejem..., preparamos maletas para irnos de vacaciones. ¿Qué ocurre cuando llegamos a las cintas transportadoras de equipaje? Las maletas parecen clones: rojas, negras, azules...alguna que otra con algún dibujo pero en más de una ocasión alguno se ha llevado la maleta equivocada, ¿o no?
Sí, lo sé, el verano aún no ha llegado a su fin, oficialmente hablando, porque entre la vuelta al cole, a las rutinas y la invasión de coleccionables en los kioscos nos grita su llegada casi con megáfono en mano. Hablando de coleccionables y, saliéndonos del tema: ¿alguien se ha fijado en el coleccionable que nos enseña a hacer gorritos para los huevos y abriguitos para las tazas? De verdad, lo segundo me resulta absurdo y antihigiénico pero lo de los gorritos para los huevos me parece rizar el rizo... Volvamos al temita, que yo me lío más que las madejas de hilo del coleccionable de moda, je je je...
A pesar de no haber invadido la blogosfera con el olor, no siempre dulce, de la vainilla, no hemos estado alejados de las teclas, quien me conoce sabe que precisamente bastante ocupada he estado en ellas. De hecho, si ven mi teclado del ordenador hay letras que ya no se ven, de lo desgastadas que las tengo, je je je. Al grano, que siempre me voy por los cerros de Úbeda y luego me quejo que el piojo habla sin parar y yo hago lo mismo hasta tecleando. Callada y silenciosa sí pero he estado leyendo aquí y allá, y lo curioso, es que tras más de cuatro años en este mundillo sigo haciéndome la misma pregunta: ¿por qué la blogosfera maternal ha de estar siempre dividida en bandos?
Hace
seis años nos encontrábamos paseando por mi lugar favorito del mundo: la playa
de Las Canteras, cuando recibimos una llamada. Al otro lado del teléfono un
orgulloso y emocionado padre nos decía: ¡Ya
ha nacido mi princesa! Yo no lo sabía pero dentro de mí un aguerrido pirata
comenzaba a navegar, a planear mil y una aventuras que vivir junto a la que se
convertiría en su amiga para toda la vida.
Meses
después de tu llegada, llegaría la segunda de abordo, una nueva princesa que
nos saldría bailarina y, por supuesto, guerrera como tú; solo faltaba por
llegar el tercero en discordia, el pirata de las princesas y llegó dando
guerrera, como no podía ser de otra manera, celebrando cumpleaños cerca del de
su padre como sus dos princesas. Y es que así es la vida de curiosa, aquel trío
habían sido padres uno tras otro y en fechas cercanas a sus cumpleaños
respectivos.
La
vida, que es imprevisible, hizo que durante un tiempo, las princesas y el
pirata no coincidieran más que de vez en cuando, pero de pronto una mañana de
domingo llegaste a casa y para deleite de tu padre ( mi novio adoptivo) y el
del pirata ( mi maridín) que veían en sus hijos reflejada su larga y fuerte
amistad.Risas, juegos y, por
supuesto, disputas
¿Quién
no ha discutido con un hermano o un amigo?
llegaron
junto a una búsqueda de disfraces de chicas.
Tú querías ser princesa y te convertimos en princesa: vestido de largos fulares
de colores, colgantes regalo de las hadas y pulseras con poderes mágicos se
convirtieron en el mejor de los vestidos principescos para luchar, porque princesa
sí pero guerrera también, espalda contra espalda con el pirata. Aquel día
nacieron: Crucilda, Ericuldo y el dragón Gabildus, convirtiéndose en personajes
de mil aventuras.
Aventuras
que se han visto truncadas por la pronta marcha del rey Akela, que cabalgando a
lomos de su caballo de acero nos dejó un poco huérfanos a todos, pero las
aventuras no han de acabar porque el pirata sigue guardando en su cajón los vestidos
para su princesa para ese día que la cordura vuelva a poner todo en su lugar…y Crucilda, Albilda y Ericuldo vuelvan a disfrutar de su amistad.