miércoles, 4 de junio de 2014

Cuatro años...


Hace hoy cuatro años que mi vida cambió. Cuatro años que me han parecido cortos y largos al mismo tiempo. Hace cuatro años comenzaban mis prácticas en la profesión más bonita y difícil del mundo: la maternidad. Lo bueno de esta carrera es que te gradúas junto a esa cosita que te roba el corazón desde el mismo momento en el que escuchas sus latidos por primera vez. 

Cuatro años de noches sin dormir, de llantos, vómitos, fiebres, varicelas... Cuatro años de evolución, crecimiento, risas, besos, juegos, abrazos... Cuatro años disfrutados. Cuatro años compartidos. Cuatro años en los que la paciencia se convierte en infinita, ¡Santa paciencia! Cuatro años en los que he escuchado de todo : "no lo hagas así"," mi hijo lo hacía de esta manera" , "¡Qué no ha dejado el pañal! Fulanito a su edad...", "¿Lo vas a mandar a la guarde?", "Dale el bibe" ... ¿Qué les voy a contar que no hayan vivido en carne propia? Cuatro años en los que he aprendido a escuchar y quedarme con lo que me interesaba, el resto me he puesto mucho aceite por el cuerpo, que además de hidratar la piel hace que todo resbaleeeeee...

Estos cuatro años me han traído de todo. Cosas buenas y otras no tanto. Digo no tanto y no malas porque siempre me quedo con el lado positivo, malo sería lo contrario. Lo más importante, me ha traído a mi piojo y a su colega canino: Gabo II. Me ha dado un Comando : Mi Comando Piojo. 

Cuatro años en los que he cambiado estar sentada frente a un ordenador en una fría oficina por estar en un ordenador creando ilusiones. Cuatro años en los que he comprobado en carne propia que ser mujer, madre y profesional en este país sigue siendo una utopía. Una utopía por la que luchar y convertirla en realidad. 

Cuatro años en los que lo he visto caminar, tropezar, caerse y levantarse. Cuatro años en los que le he oído decir: Papá, Mamá, Gabo... luego vinieron muchas palabras pero esas fueron sus tres primeras y se las pude oír antes que nadie. 

Cuatro años que son sólo el principio de una vida a la que le quedan muchas experiencias, lágrimas, risas, fiestas, abrazos y aprendizajes... ¡Feliz cumple Piojo!

Besitos Avainillados

martes, 3 de junio de 2014

¡Reivindico mi cama!

  
 No, no, no y mil veces no. Lo siento pero no puedo. Reivindico el derecho a tener mi cama propia. Sé que muchas familias están a favor del colecho y lo respeto, aunque no lo comparto. Además admiro a esos padres que comparten cama con sus hijos. ¿De verdad todos duermen plácidamente en paz y armonía? ¿Tienen una cama o un campo de fútbol?

   Mi cama es de dos metros de largo por uno cincuenta de ancho y anoche estuve a un tris de terminar en la cama del colega canino. He pasado toda la noche al borde del precipicio. ¿Saben lo que es pasar toda la noche manteniendo el equilibrio para no caerte? ¿Saben lo que es pasar toda la noche reivindicando un pedacito de tu propia almohada? ¿Saben lo que es levantarse con el cuerpo helado porque alguien ha decidido que si él tiene calor tú también?No, no me digan que no. No me lo creo yo. Yo no soy la única que ha vivido esta situación, de eso estoy segura. 

    Eran las dos de la mañana, llevaba una hora durmiendo a pierna suelta,  cuando el piojo se coló en nuestra cama. Infructuosamente intenté llevarlo a la suya pero perdí la batalla. La batalla y la guerra... Y justo a las dos de la mañana comenzó mi calvario... mi penitencia, bueno, nuestra porque yo dormí en el precipicio pero papá piojo se llevó todas las patadas. Hoy debe llevar marcado un 29 de pie en la espalda, je je je. ¡¡¡Me río por no llorar!!!

   El piojo y "cojín cojín"(un cojín que ahora mismo lleva más mierda, perdón, que el palo de un gallinero y en represalia he secuestrado y voy a meter en la lavadora tras pasar por la lejía, ja ja ja ja) decidieron colarse en nuestra cama. No sólo colarse sino apoderarse a la fuerza de nuestro colchón, de nuestras sábanas, de nuestro sueño... haciéndose amos y señores de la que otrora fuera nuestra cama, cama de dos, que no ¡¡¡de tres!!!

    A las tres de la mañana pensé en fugarme a tierra de nadie, al sofá, o conquistar los terrenos abandonados, la cama del piojo, pero soy débil de corazón y sabía que si levantaba la frontera el piojo acabaría en la cama de Gabo. 

     No, no quieran preguntarme si sentía pena por el piojo y su caída o por la invasión de la cama canina porque igual alguna me llamaría: ¡mala madre! Je je je...

       Conclusión, hoy estoy muriéndome de sueño y con la impresión de haber dormido en el borde de un río a punto de ser devorada por los cocodrilos si caía de mi huequecillo. Esa es la primera, la segunda: esta misma tarde monto un referemdum en casa, en el que se decidirá si están permitidas las invasiones nocturnas o no y sé quienes tenemos mayoría, ja ja ja ja, pero también sé a quién le va a dar igual los resultados...

Besitos Avainillados y Adormilados