7.30 am
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¡7.30! ¡Ganas de gritarle! De lunes a viernes hay que arrancarlo de la cama pero, hoy está más fresco que una lechuga y contándome algo que soy incapaz de repetir porque mis neuronas seguían durmiendo.
Y así, con un hazme cosquillas, dame un abrazo, apretujada entre padre e hijo y con el colega canino poniendo ojitos de pena comienza mi sexto día de la madre. Sexto día como madre, como hija llevo unas decenas más... Y entonces escucho: me voy a ver dibujos... Yo intento mantener los ojos abiertos pero se cierran y vuelven a abrirse porque escucho al piojo hablando solo en el salón.
9.00 am
Despierta, me levanto y tras visitar el cuarto de baño voy al salón. Un despliegue de playmobils me reciben con los brazos estirados al son de: Mamá, quiero desayunar... Y ahí voy yo a preparar el desayuno acompañada del fiel canino, al que a veces confundo con mi propia sombra mientras pienso en todas esas imágenes de madres e hijos impolutos, perfectos para las fotos, rodeados de desayunos maravillosos, posando para la cámara y contando maravillas de la maternidad...
Y entonces me paro a ver mis fotos, quiero decir nuestras fotos, porque desde hace seis años fotos sola las justitas, ja ja ja...Y qué veo: risas, cosquillas, locuras, pañuelos piratas y, como no, nuestra seña de identidad: la lengua fuera. Y me quedo con eso, aunque a veces reniegue porque me haga enfadar, tal vez porque a veces olvide que es un niño; y con su eterna conversación, con sus preguntas, sus explicaciones filosóficas y sus chupetines en la nariz esperando mi reniego.
Besitos avainillados
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