Si mal no recuerdo este es el tercer o cuarto post, entre los diferentes blogs en los que escribo, hablando de aviones y viajes con niños.
Tras pasar por esta experiencia hace un par de días no podía dejar de escribir sobre ella y mucho menos cuando ustedes mismo comprueben como transcurrió el viaje.
Dejando a un lado los controles para entrar a la sala de embarque, que es toda una odisea de quitarse zapatos, relojes,anillos,cinturones, abrir ordenadores,etc...etc.. Si que he de dar un ole al aeropuerto de Las Palmas por hacer un control especial para los viajeros con niños, un detalle, y también al guardia civil que me dejó pasar con botines aunque luego pitara, je je je je je...Y ya que doy las gracias también he de dárselas al empleado de facturación que nos dejó un asiento libre para que pudiésemos sentar al piojo tras el despegue.
Los cielos los vi abiertos y mira que el avión atravesó un mar de nubes impresionante, haciéndome sentir Heidi cantando
el abuelito dime tú. Decía haber visto los cielos abiertos porque como el
piojillo sólo había hecho una siesta de media hora creí, ilusa de mí, que iba a dormir durante el vuelo y yo iba a poder dedicar el vuelo a la lectura del libro,el cual se dio unas vacaciones a Gran Canaria sin ser leído.
De dormir nada de nada. Todo el arsenal de entretenimiento fue desplegado a lo largo de las tres horas de vuelo. Marionetas de dedo,lápices de colores y mi cuaderno, ahora entre nota y nota hay algún dibujito de arte contemporáneo. Mejor decir que entre dibujo y dibujo hay alguna nota.
El arma estrella los vídeos de
Pocoyó amansa a las fieras, al menos a los
Piojos.Enciendo el notebook, enchufo el usb de los dibus, siento al piojillo en su asiento y le pongo a
Pocoyó. Entretenido durante cuarenta minutos. Él y la niña que venía sentada detrás nuestra, que se sentó en medio del pasillo a ver los dibujos. Al rato otra nena que venía del baño con su madre se para diciendo
Pocoyó Pocoyó.
Terror me dio al pensar que se iba a quedar también la niña a ver los dibujos. De pronto me imaginé rodeada por todos los niños del avión viendo el
Pocoyó. Pero no, la mami se llevó a la niña y yo me quedé con mi
piojo y la niña que seguía sentada en medio del pasillo.
El
piojo se lo pasó genial con ella, dibujando, guarreando la libreta de mami. ¡¡¡Me temo que tendré que comprar una nueva porque dudo que me queden muchas páginas utilizables!!!
Así que tras esta nueva experiencia de vuelo dejaremos los vuelos más largos para cuando el piojo sea mayor, bueno, o haremos escala en Gran Canaria y lo dejaremos allí, je je je, viendo que el colega allí duerme de lujo!!!