Mi piojillo tiene un claro horario para realizar sus defecaciones, ese no es otro que después de cualquier comida de sus papis, siempre te deja el "postre" de cosecha propia. Así que tras el desayuno, entre el postre y el café o antes de repantigarnos en el sofá nos toca tomar oxígeno, por el momento no nos hemos comprado mascarillas antigases tóxicos, tener mucha calma y muchas toallitas porque la ocasión lo necesita. Si estamos los dos en casa lo hacemos entre los dos porque el piojo parece más una pulga saltarina ,se mueve sin parar para ponértelo aún más difícil. Eso sí, en las vacaciones he podido comprobar que la yaya puede ella sola, o es la maña o tiene superpoderes, ¿ambas cosas?
Bien, esa es la situación normal, pero es obvio que no siempre hay cuatro brazos para solventar la situación como por ejemplo la semana pasada.
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Lo cojo y tras coger todos los útiles necesarios para proceder al cambio de pañal lo deposito sobre el sofá y compruebo que lleva pringue en las piernas, barriga, manos, acto seguido miro mi vestido recién cogidito de la percha, lavadito y planchadito, descubriendo que lo llevaba completamente manchado de las caquitas de mi piojo. Así dice el refrán quien se acuesta con niños....